viernes, 25 de febrero de 2011

EN EL DOLOR HERMANOS

A partir de 1932, cuando Haya de la Torre estaba encarcelado en el Panóptico de Lima, el APRA celebraba cada 22 de febrero –fecha del nacimiento de su fundador, en 1895– como Día de la Fraternidad. LA PRIMERA celebración, según me refirió Armando Villanueva, consistió en hacer estallar petardos en las cercanías de esa prisión.
El Panóptico era una cárcel pétrea situada en el área que más tarde cubrió el Centro Cívico. Bajo la dictadura de Odría pasé buen tiempo en esa tenebrosa prisión. Estaban allí encerrados líderes apristas como Antenor Orrego, Cirilo Cornejo y Luis Felipe de las
casas, y cuadros comunistas como Isidoro Gamarra y Emiliano Huamantica. Este año, en que el APRA no sólo goza de libertad, sino que es dueña del poder, la conmemoración se ha reducido a su más mínima expresión. Ha consistido en una misa católica en Villa Mercedes, la casa de Vitarte en que vivió el fundador del partido.Asistieron a ese acto algunos de los sepultureros del aprismo: Alan García y Mercedes Cabanillas, entre otros. Salvaba la situación Armando Villanueva, quien mejor que nadie puede evaluar el tamaño de la crisis de su partido y la mengua de la celebración de la fraternidad aprista.Cierto, la manifestación oficial del APRA será mañana viernes. Pero todo indica que la avenida Alfonso Ugarte, otrora llamada la avenida de los pañuelos blancos, se está convirtiendo en el desierto de los pañuelos blancos.Más allá del espectáculo, el APRA se ha empequeñecido por culpa de una cúpula que ha claudicado renunciando a todo asomo de antiimperialismo y poniéndose al servicio de las empresas transnacionales y de la oligarquía.Esa apostasía de un partido llamado del pueblo, se ha visto agravada por un afán inagotable de enriquecimiento rápido, a costa del pueblo y del país. La corrupción: ese ha sido el talón de Aquiles del APRA.En todos los niveles del aprismo, desde su presidente Alan García y sus secretarios generales Jorge del Castillo y Omar Quezada, hasta los más simples liderzuelos, ha aflorado una poderosa ansiedad de rapiña, para la cual han malbaratado bienes nacionales, asaltado puestos públicos, despedido a funcionarios capaces y honestos, malgastado el dinero de los contribuyentes.Ese hundimiento moral ha hecho que el APRA sea hoy un partido que llora por superar la valla electoral del cinco por ciento de los votos, y que se ve desgarrado por ambiciones sin grandeza.Tal proceso histórico hace que el Día de la Fraternidad parezca más bien el acto final de unos funerales afeados por riñas infraternas.Alguna vez dije en el programa Pulso de Canal 5 que el APRA cuanto más avanzaba, retrocedía. Su ocupación del poder hizo real la frase de Lord Acton: “El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”.







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